Al abrir los ojos vio un
gris techo. Se encontraba en una ancha cueva, con gravilla en el suelo. Estaba
iluminada con una pequeña hoguera de extraño color amarillo brillante. A Román
le inundaba el frio. Tenía muchísimo frio y estaba muy mareado.
-¿Dónde estás Nikolay?-
preguntó Román con voz temblorosa- No me puedo mover-
- Tranquilo, es normal
después de la tele transportación. - respondió Nikolay apareciendo de entre las
llamas de la hoguera- Ahora se te pasará. Llevas un par de horas dormido.-
- ¿Dónde estamos? – cada
vez podía moverse mas
- En la ladera de una
montaña tibetana. Caímos fuera, pero debido a la ventisca decidí resguardarnos
en esta cueva y hacer un fuego –
Román se empezó a
incorporar lentamente, viendo más detalles de la cueva.
- ¿Por qué llevo otra
ropa? – Preguntó Román desconcertado
-Estabas empapado por la
ventisca y supuse que lo mejor sería cambiarte la ropa- respondió mientras
ayudaba al débil chico a incorporarse- Estaba encharcada y la he dejado secando
al lado del fuego-
Román vio la ropa al lado
del fuego, saliendo vaho de ella. La cueva no era muy profunda. Sus bártulos
estaban al lado de una enorme roca de color cobrizo.
- ¿Ahora por donde hay
que buscar?- Preguntó Román
-¿Sabes lo que es Shangri
La?-
- Sí, un mundo utópico y
de fantasía. He leído los libros. –
- Pues es lo que tenemos
que buscar. -Román esperaba no tener que oír esas palabras
-Es un mito, una leyenda,
no existe. -dijo con tono enfadado
- Seguro que hasta ayer
creías lo mismo de la magia, y aquí estas. –
- Yo… - No sabía que
creer, algo en su interior le empujaba a continuar- ¿Por dónde empezamos? –
-No sé, tú has leído más
libros que yo en este ámbito. ¿Por dónde empezarías a buscar? – Dado que tiene
que ser una masa de tierra con un clima aislado, en medio de la cordillera con
las montañas más altas y peligrosas del mundo… No lo sé. ¿Dónde estamos
exactamente? –
-Al norte del Monte
Everest, a unos 100 km.-
Román fue hacia sus cosas
y saco un mapa geográfico. Su cabeza empezó a calcular y pensar donde podría
estar. Un sitio tan grande y aislado ¿dónde podría situarse?
- Una pregunta- dijo
Román con cierto tono de iluminación - ¿se puede esconder algo a plena vista
con magia?-
-Claro, casi cualquier
cosa-
-¿Incluso un lugar? En el
sentido de que nadie sea capaz de ver lo que haya dentro y aun asi no
sospechar-
-Creo que es posible, yo
nunca lo he intentado. ¿A dónde quieres llegar? – Nikolay estaba totalmente
desconcertado
- Puede ser que nuestro
destino este oculto en un gran valle cerca de aquí, siendo lógico que tu magia
nos trajera aquí-
-Tiene sentido, y si lo
han ocultado también habrá medidas anti magia-
-Vale, creo que lo mejor
será que exploremos esa opción, porque por ahora no tengo mas ideas-
Román se sentó enfrente
del fuego para calentarse un poco. Tenía un frio atroz, punzante. Estiró un
poco el brazo para coger las provisiones.
-¿Sabes por qué creo que
Shangri La está ahí?- pregunto Román mientras comía un poco de chocolate-
Además de por el tamaño y la geografía-
-Ni idea- contesto
Nikolay sentándose a su lado- A mi solo me han dicho el nombre de donde te
tengo que llevar y una zona aproximada de donde se encuentra. –
-Se rumorea que esa zona
esta maldita. Siempre me ha intrigado. -
-¿Cómo que maldita?- la
cara de Nikolay ahora es de intriga absoluta
-Según leí en varios
libros y artículos, la zona hace que los que la visiten padezcan visiones,
envejecimiento acelerado, mareos, desmayos, … Incluso hace unos años se dice
que alguien murió en extrañas circunstancias. -hizo una pequeña pausa- Y lo
raro es que no llegaron a entrar en el valle en sí, solo estaban por la zona,
por así decirlo. –
- Eso debe de ser una magia
muy potente, aunque a lo mejor nosotros podremos entrar.-
-¿Y eso por qué lo
dices?-
-Estas acompañado de uno
de los mejores magos negros de la historia-
-Sí, el cual está muerto-
el tono de Román fue muy duro, y se arrepintió instantáneamente de ello
-En teoría es un castigo,
no estoy ni vivo ni muerto. Además, este “muerto” según tu a jurado protegerte.
–
-Lo siento, no pretendía
herirte….. –
-No pasa nada, solo hay
que llegar hasta allí y yo me encargaré del resto. –
Román empezó a recoger
todo, creía saber cuál era el camino más rápido. Estaba deseado salir de esa
cueva tan fría, oscura y húmeda. Román tenía una extraña sensación de
incomodidad en ese sitio, con las estalactitas y estalagmitas proyectando
sombras fantasmales.
Terminado de recoger, Román
se puso el chaquetón y se colocó las mochilas como pudo. Al salir fuera el
paisaje era desolador. Un viento helado racheado, con copos de hielo tan
afilados como cuchillas. No había casi vegetación hasta donde alcanzaba la
vista, a excepción de unos cuantos arbustos de pequeño tamaño. No se
sorprendía, pues en esas condiciones poco podía aguantar.
- ¿Partimos? - dijo
Nikolay
El miedo de Román se hizo
patente en su rostro. Sabía cuál era su camino y ahora vio, de golpe, las
dificultades que le aguardaban en él. Una sensación de soledad prácticamente
total lleno su cuerpo, excepto por Nikolay.
Salieron hacia donde
Román creía que estaba su destino. El camino iba a ser difícil y escarpado,
duro para alguien hecho a la montaña, más aun para un simple novato.
Al caminar unas
interminables horas siguiendo la ruta de Román, llegaron a lo que parecía una
aldea. Un puñado de casas de madera y piedra separadas ligeramente unas de
otras. Techo de paja y madera, igual que la puerta. Román le sorprendía cómo
alguien podía vivir en tal elido desierto con tan poco, a pesar de todo lo que
había leído.
Nikolay estaba atónito
con la fuerza de voluntad de su nuevo amigo. Le daba la impresión de que jamás
se iba a detener hasta llegar a su destino.
-¿Por qué no entablamos
relación con los lugareños?- preguntó Nikolay- Siempre viene bien hablar con
gente que conozca el terreno-
-No conozco el idioma-
dijo Román asombrado por la gente
Los habitantes llevaban
ropajes simples, de cuero y lana formado por dos partes. La parte de arriba era
un abrigo marrón de cuero con lo que parecía un forraje muy denso, y unos
pantalones azules de una lana muy gruesa. Llevaban puesto unos zapatos de cuero
negro de aspecto simple.
La expresión de sus
curtidas caras era de neutralidad, con una piel similar a la corteza de la
madera tanto por el color como por la aspereza.
-Además- prosiguió Román
- ¿No sería raro ver a dos chicos perdidos y solo uno de ellos bien provisto?
- Del idioma me ocupo yo-
contesto Nikolay- En cuanto a lo de si sería extraño, solo quien yo quiera me
puede ver, así que solo parecería que un excursionista joven se ha perdido-
Al intentar Román
entablar conversación con algún lugareño, este a pesar de entenderle, no decía
ninguna palabra.
No sabía muy bien que
ocurría, nadie le respondía. Todo el mundo le miraba y sin mediar palabra
seguían a lo suyo.
-Qué raro, juraría que
deberían entenderte- la sorpresa de Nikolay era palpable como la incertidumbre
de Román.
-Tranquilo, aquí todos
son así- dijo una voz aguda a la espalda de Román
Al girarse vio a una
chica de aspecto occidental, pelo marrón madera que le llegaba hasta los
hombros, piel pálida, mofletes ligeramente sonrojados, unos ojos azules como el
cielo y grandes como dos platos. De altura era algo más bajita que Román, de complexión
delgada y atractiva, y se la notaba de carácter activo, inquieto. Bestia
totalmente de verde: camisa verde, jersey verde, una falda verde que le llegaba
hasta las rodillas, unas zapatillas deportivas verdes con unos calcetines altos
de un verde muy vistoso.
-Me llamo Clara, ¿y tú? -
dijo extendiéndole la mano a Román
-Yo Román, y él…- se
detuvo al acordarse de que ella no podía ver a Nikolay
- ¿Tienes un Protector? -
dijo Clara emocionada, dando un par de pequeños saltitos en el sitio- ¿Un
fantasma, un ayudante que te guía en el camino hacia cierto sitio? -
-Supongo que tú lo llamas
así, es el encargado de cuidarme-
-Nosotros teníamos uno,
hasta que decidió que ya había cumplido-
- ¿Nosotros? – Román
estaba extrañado- ¿Hay más gente? -
- Si, otro chico
regordete, vamos juntos a un sitio raro- Clara cogió de la mano a Román y
empezó a tirar de él- ¡Ven que te lo presento! -
Tanto Nikolay como Román
estaban extrañados. No sabían de la existencia de más gente que se dirigiera
hacia su mismo destino.
Al llegar a donde estaban
asentados Clara y su amigo vieron un campamento pequeño, con un par de tiendas
de campaña, restos de un fuego y comida.
En un tronco estaba
sentado un chico de gran tamaño, como de 1,75, de la misma edad que Román más o
menos, con un ligero problema de sobrepeso. Tenía el pelo corto y oscuro, cara
tosca, pero con expresión afable con ojos marrones. Iba vestido con unos
pantalones de montañismo, y ropa de abrigo ligera de diferentes colores. Lo que
más le llamo la atención a Román es que iba descalzo.
-Buenos días-digo con voz
grabe y pausada- ¿Quién es nuestro invitado Clara? -
-Él es Román y su
protector es Nikolay- contestó Clara emocionada
-¿Protector? Por
curiosidad, ¿A dónde os dirigís? - dijo el gran muchacho- Por cierto, dile a
Nikolay que si quiere puede aparecerse, no vamos a hacerle daño-
-Estamos de visita por la
zona- dijo Román, sospechando de él
-Y supongo que esa visita
os llevara a cierto sitio legendario que supuestamente anda por aquí cerca,
¿no? - dijo mientras se levantaba- Por cierto, siento mi mala educación, soy
Fran-
-¿Por qué tanta
curiosidad?- dijo Román con cierto temor. Ahora que Fran estaba de pie
intimidaba muchísimo.
-Tranquilo, no tenemos
intención de hacerte daño, nosotros vamos también. Por desgracia nuestro
protector desapareció hace dos días- la voz calmada de Fran tranquilizo tanto a
Román como a Nikolay.
-Es un placer conoceros-
soltó Nikolay tras aparecer de repente- Yo soy el encargado de llevarle a
salvo. Antes de que lo preguntéis, no sé dónde está ese sitio-
-Nosotros tampoco lo
sabemos- dijo Clara mirando extrañada a Nikolay- Tienes una pinta algo rara
para haber sido condenado a este trabajo-
La cara de Nikolay era un
cuadro, no se esperaba ese comentario tan de repente.
-Perdonar a mi compañera,
es un encanto, pero no tiene el concepto de decir las cosas con suavidad o no
decirlas- el tono conciliador de Fran relajó el ambiente- Llevamos desde que se
fue nuestro protector intentando hablar con los lugareños, pero no entendemos
muy bien el idioma-
-Nikolay os puede ayudar,
puede hacer un hechizo de traducción o algo así-
-¿En serio?- clara estaba
emocionada de nuevo
-Sí, o algo así- contesto
Nikolay con tono sarcástico
-Por cierto, ¿Cómo habéis
llegado hasta aquí? Por tu acento deduzco que eres del centro de España- dijo
Fran a Román tras hablar con un anciano
-Deduje que a donde nos
dirigíamos estaba por aquí y Nikolay se encargó de ello, ¿vosotros de dónde
sois? –
-Venimos del sur de
Estados Unidos, y antes de que lo digas, sabemos perfectamente tu idioma porque
mis padres eran españoles y yo enseñé a Clara a hablarlo-
- Pues lo habláis
perfectamente- Román empezó a confiar en Fran- ¿Por qué se fue el fantasma que
os protegía? –
-Un día dijo que se
acabó, que ya había cumplido su trabajo y desapareció-
Román no sabía que decir,
parecía que Fran estaba tocado. Tras estar hablando durante todo el día
mientras investigaban Fran le dijo que desde que salieron en este viaje se
dedicó a proteger a Clara. Llevaban viajando un mes y hasta que se cruzaron con
Román estaban perdidos.
Tras intentar hablar con
muchos locales tuvieron suerte con uno de ellos. Les comento una leyenda local
que hacía referencia a una zona entre las montañas, envuelta en una tormenta
perpetua. Todos los ganaderos y nómadas evitan esa zona. La llamaban ´chi,
muerte en tibetano. Por lo visto se encontraba en un valle aislado, rodeado de
grandes picos. Era difícil de acceder y por lo que contaban las tormentas
alrededor de la zona era frecuentes, desorientando incluso a los mejores guías.
Se reunieron de nuevo en el campamento. Allí les esperaba Clara, sentada
al lado del fuego calentándose las manos.
- ¿Qué
tal os ha ido? - preguntó Clara emocionada
-
Sabemos cosas nuevas, tenemos una posible localización. ¿Vosotros que tal?
-preguntó Fran- Por cierto, ¿y Nikolay? –
-Detrás
de ti- soltó Nikolay – Yo también tengo noticias-
-
Nosotros hemos localizado más o menos. Está en una zona de valle entre varias
montañas. – dijo Román mirando los pies de Fran- ¿No tienes frio? –
-Que va
Román, ya me he acostumbrado. Solo nos tenemos que tele transportar y ya está-
-Eso es
lo que yo venía a decir- Nikolay intervino – Hay una zona en unas montañas con
magia protectora muy potente, algo así como un escudo anti todo-
- ¿Qué
quieres decir? – Fran estaba realmente intrigado
-Lo de
teletransportarse digamos que queda descartado. No podré teletransportarnos
allí, como mucho hasta donde empieza el escudo. –
-Entonces
¿a qué estamos esperando? - Clara estaba totalmente entusiasmada, empezando a recoger
el campamento – Ayudadme y partamos enseguida-
- ¿Es
tan enérgica siempre? – lanzo la pregunta Román al aire. Se miraron Fran y Román
tras la pregunta de este. Para ser que sí.
-Clara,
ya es por la tarde, deberíamos salir mañana- dijo Fran con tono calmado y
tranquilo- Sino nos pillara la noche en medio de la montaña. -
Clara se
paró lentamente de recoger, con cara triste.
-Entonces,
¿no recojo? – Clara empezó a ponerle ojitos tiernos a Fran
-No he
dicho eso- Fran la hizo una pequeña caricia a Clara- Recojamos todo lo
imprescindible, comamos y nos vamos a la cama. ¿Os parece? –
-Por mi
perfecto. – dijo Román empezando a recoger las cosas que había por el
campamento- ¿Dónde va esto? –
Mientras
recogían poco a poco se fueron conociendo los cuatro, contando como habían
llegado hasta donde están ahora.
Por lo
visto Fran y Clara eran de un pueblo pequeño de Texas. Fran creció en una
familia de ascendencia española, y Clara por otra parte tenía ascendencia
inglesa. Los padres de clara por lo visto una era profesora en una escuela y el
otro era contable en una escuela. Los padres de Fran eran muy diferentes a él.
Por lo visto dirigían una empresa contable y eran excesivamente cerrados en
cuanto a forma de pensar.
Al
verles a Román le dio la impresión de que Fran se comportase de una forma muy
paternalista con Clara, como si la considerase su hermana pequeña. Al rato
descubrió que fue porque sus padres, al igual que los de Fran, eran
excesivamente controladores y a la vez no se preocupaban lo más mínimo por su integridad
física como emocional.
Una vez
recogido todo lo que no fuera básico, Fran se puso a cocinar algo en un pequeño
fuego improvisado, una especie de carne con un guiso que olía genial.
-Eso
huele genial, menuda pinta que tiene-dijo Román llevando algunas latas de
conserva y algo de cecina.
-Gracias-
contesto Fran con tono amable -Hoy hay que comer hoy bien, que mañana temprano
nos toca una gran caminata.
-Que
bien cocina mi amigo- dijo de repente Clara, abrazando a Fran por la espalda
Los tres
comieron tranquilamente, riéndose, conociéndose más a fondo los cuatro hasta que
ya se era tarde. Se fueron a dormir en las dos tiendas de campaña pequeñas.
Román se
ofreció a dormir a la intemperie, pero Fran le convenció para dormir con él en
su tienda. Una pequeña linterna colgaba de lo alto de la tienda, iluminando su
interior. Ambos colocaron los sacos y se prepararon para irse a dormir cuando
Román decidió ir al baño.
Cuando
volvió vio luz en la tienda de Clara, viendo su silueta dentro, cambiándose de
ropa. Le resulto que era preciosa, una figura perfecta.
Volvió a
la tienda de campaña.
- ¿Te
puedo hacer una pregunta? - dijo Román metiéndose en el saco
- Ya la
has hecho – contesto Fran entre risas – Venga, di-
- Clara
y tú… ¿tenéis algo? -
-No, La
quiero muchísimo, pero como una hermana a la que quiero proteger. –contesto
Fran metiéndose en el saco- ¿Por qué lo preguntas? –
-Curiosidad,
solo eso, mera curiosidad-
La noche
fue fría y cerrada. Nikolay veía las tiendas donde sus nuevos compañeros de
viaje dormían, sentado en una gran piedra cercana. El ya no tenía sueño, un
fantasma no sentía sueño. Echaba de menos todo: el sueño, sentir el viento en
la cara, la tierra bajos sus pies, … Ese era su penitencia, ver lo que jamás
volvería a sentir.
Alzo la
mirada hacia el cielo estrellado. No había mejor cuadro, ni vista más bella que
aquella. Ni una nube enturbiaba el tintineo de aquellas luciérnagas eternas.
-Son lo
más bello de este mundo- dijo en voz alta, sin ningún temor- Echare de menos
todo esto, ya lo echo de menos. –
-Sí que
es bello- dijo una voz dulce a la espalda de Nikolay.
Se gira
y ve a Clara, con el pijama puesto que se sienta al lado de Nikolay.
- ¿Cómo
es que puedes verme? - pregunto Nikolay extrañado
-No lo
sé, siempre he visto y oído… cosas, digámoslo así- contesto mientras se
acurrucaba
- Lo
siento, no quería yo…- dijo con voz cortada, sentía como había vuelto a hacer
daño.
Chasqueó
Nikolay los dedos y una manta salió de la tienda de Clara para acabar encima de
los hombros de ella.
-Tengo
una duda, ¿Por qué estas así, como espectro? –
- Hice
algo que no debía- un gran pesar se deducía de su voz triste
-¿Qué
hiciste?- pregunto Clara con voz dulce y cariñosa- Peor que el anterior no pudo
ser-
- Estaba
practicando un hechizo y digamos que se me fue de las manos. – una lágrima cayó
por la mejilla de Nikolay – Una gran maldición cayó sobre mi familia. Mi
hermana mayor iba a morir, intenten te salvarla, pero solo provoque que
sufriera más-
-Al
menos intentabas salvarla. ¿Al final que la pasó? -Clara le miró con cara dulce
-Solo sé
que le cause un gran dolor, antes de que supiera que le pasa exactamente me cayó
este…-Nikolay hizo una pausa con cara de aún más pesar – Me cayó esta
maldición. –
Ambos se
quedaron hablando horas y horas, mirando las estrellas, hasta que Clara se fue
a dormir.
Nikolay
se quedó solo, mirando las estrellas, con el viento susurrando, como si cantase
entre las montañas. Se sintió tranquilo y calmado, deseando que le dieran la
oportunidad de estar con estos nuevos conocidos. Nikolay miro al cielo y lo
deseo con todas sus fuerzas.
El día
amaneció soleado, pero en estas montañas el tiempo cambia rápido. Recogieron
todo el campamento y se pusieron en marcha. El viento hacia que pareciera que hacía
mucho frio.
- ¿Estás
seguro de que es por aquí? – dijo Fran cargado con una enorme mochila repleta
de comida, con las cabañas plegadas colgadas de ellas
-Estoy
seguro- contesto Román mirando el mapa, guiándose con una brújula militar. Iba
con lo mismo que siempre.
Clara
iba con una mochila de tamaño normal, verde oscuro, con correas de cuero y
repleta de comida y ropa, apretados en su interior. Andaba con paso feliz, casi
saltando, de un lado para otro.
Nikolay
iba detrás del todo, como alma en pena, levantando piedras a distancia y
lanzándolos por el aire.
Anduvieron
por un paraje cada vez más frio y desértico. La caminata cada vez era más y más
difícil. Tras una colosal y fatigosa caminata estaban ya cerca de su destino y
decidieron seguir a pesar del cansancio.
-Tenemos
un problema- dio Nikolay con la puesta de sol a su espalda, todos se giraron
extrañados – Creo que se está alzando una tormenta de nieve, y muy fuerte. –
En cuestión
de minutos se vieron envueltos en una enorme ventisca de nieve y granizo. Intentaron
buscar algún sitio para refugiarse de la ventisca, pero el frio les adormecía los
sentidos y dejaban de sentir piernas y brazos. Clara de repente se desmayó. Fran
corrió rápidamente hacia ella y la cargo a sus hombros.
-Tenemos
que buscar resguardo de inmediato – dijo Fran con tono cabreado
Román entro
en pánico, buscando un resguardo, algún sitio para refugiarse de tal enorme ventisca.
Tal era la dimensión de esa tormenta que Román no conseguía ver más de un palmo
mas allá de sus ojos.
De repente,
todo se tornaba negro, sus piernas le dejaron de responder, y Román noto se caía
a la nieve, quedando inconsciente en la fría y blanca nieve. Lo último que discernió
entre la oscuridad fue a Fran desmayándose también, cayendo sobre él Clara.
Todo se hizo
oscuridad y frio. Cayeron en un gran y profundo sueño y no sintieron nada más, parecía
que no iban a despertar.